Después de una más que amplia pausa estival y casi otoñal, aquí estoy de vuelta con un dulce tradicional. Es una pena que estas recetas se pierdan. Cada vez tenemos menos tiempo vs ganas de pasar tiempo en la cocina, y no hay nada como un dulce casero para acompañar los cafelitos de la sobremesa de esta época (aunque frío, lo que se dice frío, no hace).
Este rosquito de huevo de toda la vida, se bautizó en mi casa como "pujaítos", que es como se refería a ellos una vecina para expresar lo esponjosos que le salían.
Aquí os expreso la cantidad de ingredientes necesarios por cada huevo.
- Un huevo
- 250 gramos de harina de respostería
- Una medida de aceite
- Una medida y un poco más de leche
- Un sobre de levadura química
- Tres cucharadas soperas de azúcar
- Ralladura de limón
- Azúcar y canela molida para emborrizar
Preparación:
- Lo suyo es preparar la masa en un lebrillo, como se hacía antiguamente, pero en su defecto, un bol amplio nos servirá.
- Disponemos todos los ingredientes en el bol. Puse los ingredientes secos y luego añadí los húmedos. Hice la masa con dos huevos, por tanto, 500 gramos de harina.
- La medida de los líquidos es la capacidad de la cáscara del huevo, así que hay que intentar cascar el huevo con cuidado. Yo procuro hacerlo de manera que una de las mitades resulte un poco más grande, y esa es la que tomo como medida.
- Trabajamos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea. Yo comencé removiendo con una cuchara y terminé amasando con las manos.
- Podéis dar forma a los roscos como os resulte más cómodo. Una manera es dar pellizcos a la masa, hacer una bola y apretando en el centro abrir el agujero y agrandarlo con cuidado. En esta ocasión amasé barras de masa y las corté con un cuchillo para que las porciones tuvieran un tamaño similar. De todas formas, que todos sean distintos tiene su encanto.
- No tengo la habilidad de hacerlo con una sola mano, es que estaba solo y tenía que hacer la foto yo mismo.
- Antes de empezar a freir os aconsejo que deis forma a todos los rosquitos, salvo que tengáis ayuda y organicéis una cadena de montaje. También es conveniente tener preparado el azúcar y la canela en un plato hondo para poder emborrizar.
- Calentamos el aceite en una sartén que tenga fondo, para que se frían en abundante aceite. Vamos echando los rosquitos y vemos que enseguida aumentan y el agujero casi desaparece.
- Les damos la vuelta cuando vemos que están "rubitos", no los dejéis demasiado ya que harán una corteza más dura.
- Al sacar escurrimos el exceso de aceite e inmediatamente emborrizamos, ya que si esperamos a que se enfríen, no se pegará el azúcar al rosco. Si el azúcar se humedece con el aceite tampoco se pegará, así que habrá que renovar el azúcar con la canela.
- Pues sólo queda poner un cafelito mientras se enfrían un poco, aunque siempre cae alguno caliente.
Me encantan estas rosquillas!!! En casa tambien las hacemos y son un puro vicio. Fantásticas.
ResponderEliminarBicos.
A mi también me pirran!!!
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